Hace un par de años, me sentí humillada públicamente.
Fue en un curso de canto, teníamos que interpretar una canción en un escenario. Yo tenía esa semana, una prueba muy difícil. Había estudiado mucho. Tenía mis prioridades claras, yo estudio física y la música es un pasatiempo. Podría haber faltado a la clase de canto, pero me recargaban de energía los ejercicios de vocalización. No tenía deseos de cantar frente a otros en un escenario, tomé el curso para aprender la técnica, pero mi sentido de responsabilidad me decía que tenía que ir.
Escogí una canción que había cantado muchas veces en mi casa. Pensé: "debería salir bien pero si sale mal, no importa". Por primera vez en mi vida, cantaré sin tensión, sin expectativas, solo por placer.
Cuando era adolescente, mi terror por cantar era enorme. Tenía tanto miedo de equivocarme en el escenario. Hasta que canté, y me equivoqué, y me dí cuenta de que el mundo siguió girando y que la gente que me amaba, me siguió amando.
Es un curso de canto, nada malo puede pasar si me equivoco. A lo sumo, una mala calificación pero estoy dispuesta a pagar ese precio.
Y entonces canté, y me equivoqué. No escuchaba bien el retorno y me volví a equivocar. Me reí, estaba demasiado estresada, mi prueba era al día siguiente, no quería desanimarme o sentirme triste. Así es que me reí, necesitaba aliviar la tensión de haberme equivoca en público (reiteradamente!).
Posteriormente a las presentaciones, la profesora abría un espacio para críticas. En general, unas 3 o 5 críticas constructivas y pasaba el siguiente cantante.
En mi caso, fueron mucho más que 5. Yo había pensado: "no voy a replicar nada, solo voy a escuchar las críticas y las aceptaré". Y así fue. Me quedé absolutamente callada. Recibiendo.
Hubo algunas criticas asociadas a las música. Luego,uno de los estudiante dijo que le había parecido una falta de respeto. Siguieron otras críticas, él volvió a tomar la palabra, con un rostro muy serio repitió que era una falta de respeto. Recuerdo su rostro, recuerdo mi rostro, mi sonrisa se desdibujó. Me quebró su actitud.
Las criticas siguieron, ahora eran personales. "Te estás auto-boicoteando". Yo al frente, ellos sentados. Yo llorando. Ellos criticando. La profesora que estaba a mi lado, intervino para reprocharme por haber dejado el coro... (¿Y eso qué tenía que ver? Era el momento de destrozarme ¿tenía que aprovechar?)
Les pedí disculpas, no quise ofenderlos. Si esto es una falta de respeto, no puedo volver, porque no puedo dar más.
Aún recuerdo el dolor en mi corazón. De hecho, mis ojos están llenos de lágrimas recordando eso que sucedió hace dos años. Salí del salón llorando, y seguí llorando. Tenía mucha pena.
Ese estudiante que comenzó la bola de nieve salió a conversar conmigo. No sé por qué lo hizo. Yo dejé de llorar, le dije que estaba bien. Se fue. Seguí llorando. Me fui a mi casa, me encontré con un amigo, le conté y seguí llorando. Le conté a mi pololo y seguí llorando. Le conté a mis padres y seguí llorando.
Tengo que superarlo, me dije. Volví al coro, con la misma profesora. Con varios de los compañeros que estuvieron ahí ese día. Recuerdo que solo un estudiante trató de defenderme. Pero ninguno de mis compañeros del coro lo hicieron.
Seguí yendo al coro, pero no he logrado reconciliarme. Trato de encajar pero no dejo de verlos como cómplices. No justifico la humillación como una forma de aprendizaje.
Lo que más me duele es pensar que la profesora y mis compañeros del curso de canto, crean que lo que hicieron fue correcto.
Lo que más me duele es no haberme defendido, haber callado. Haber recibido incluso lo que consideraba injusto o incorrecto. Con mi silencio les di autoridad para juzgarme.
Necesito reconciliarme.
El recuerdo vuelve y vuelve.
Necesito reconciliarme.
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